FC Barcelona y una tristeza que parece eterna: ni la sombra de lo que un día fueron

FC Barcelona, eliminado de la Champions League por el PSG, en casa. (Josep LAGO / AFP)
FC Barcelona, eliminado de la Champions League por el PSG, en casa. (Josep LAGO / AFP)

Cuando el FC Barcelona empezó a vivir una época dorada, de éxito tras éxito, muchas voces se quejaron a partir de una consigna simplista: que era un equipo de moda. Ya pasará esto y volverán a la realidad de siempre: segundones en España e irrelevantes en Europa. Hoy, aquellos agoreros parecen deleitarse con el presente de los blaugranas. Argumentos no faltan: han sido eliminados de la Champions League tras una goleada en Montjuic (4-1, global de 6-4).

No les sonríe el destino. Cumplirán cinco años sin jugar unas Semifinales de este torneo y el título es una ensoñación —y pensar que durante más de una década llegaron a estar obligados a ganarlo año con año—. Pero a algo puede aferrarse el Barcelona para consolarse: hoy sus tristezas son motivadas por la añoranza de una época que fue mejor. Ya saben lo que es ganar y por eso lo extrañan más que nunca, porque parecen días irrepetibles y porque este presente no tiene nada que ver con la luz infinita que emanó en los días de Messi y compañía.

Hoy el Barcelona se saboteó de nuevo. Pueden aducir un error individual: Ronald Araujo y su inoportuna expulsión en el momento en el que lo tenían todo bajo control. Pero eso no servirá de nada si lo que pretenden es construir un futuro sólido, que los instale de nuevo en la realeza europea, ese círculo cerrado al que sólo se accede con dinero, legado y resultados. La desesperación ha tocado todos los estamentos de este club.

Una directiva que erra en sus decisiones, un entrenador, como Xavi, conocedor de los secretos del juego, pero incapaz de aplicar plenamente su conocimiento en la faceta que hoy tiene; y una afición confundida, cegada por el odio: "¡Muérete, Vinícius!", coreaban afuera del estadio antes del encuentro. Apedrearon a sus propios jugadores creyendo que eran los del PSG —un acto bárbaro que sólo puede ser peor cuando confundes al rival con los tuyos—.

La derrota llega en un momento de la temporada que se antoja doloroso hasta la médula. En la Liga, se juegan sus esperanzas el próximo domingo ante el Real Madrid líder, que les lleva ocho puntos y que mañana tiene su cita en Champions contra el Mánchester City. Ya no hay nada que perder para el Barcelona y eso, en algún modo, tendría que servir como mimo en este año de turbulencias y decepciones generadas a partir de una visión distorsionada: cuando estaban mal, no eran tan malos; cuando mejoraron, no estaban para grandes cosas.

Al final, se trató de una temporada experimental en la que toda fase de Champions superada ha sido una ganancia —es mejor que jugar la Europa League—. A partir del anuncio de Xavi, que se irá una vez acabada la temporada, el funcionamiento mejoró. De pronto, hubo quien sugirió que el adiós del entrenador había sido precipitado y que debía reconsiderar su decisión. Sin embargo, a la luz de una temporada sin brío, lo más sensato parece, para ambos, proseguir por el camino elegido. Xavi todavía puede convertirse en un director técnico de alto prestigio en Europa y el Barcelona debe encontrar una fórmula que les saque de este marasmo de dudas deportivas e institucionales.

Ya no son una moda. Son un equipo que hizo una historia, que la tenía antes de la era dorada, y que hoy reclama un equipo a la altura de esa mística. No lo tiene y nadie sabe cuánto tiempo puede llevar hacerlo. Hoy les ganó un PSG igual de errático y confundido, que contó con la elemental sensatez de aprovechar los errores rivales. La sonrisa de Ousmane Dembélé, que hizo dos goles en la serie, define toda una era en el Barcelona.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Juguetes, conciertos, viajes: el momento mágico de cumplir de adultos lo que más anhelaban en su infancia